El amaranto ha estado presente en la dieta mesoamericana desde antes de la Conquista. Su producción tuvo una época de esplendor durante el tiempo de las civilizaciones maya y azteca; no obstante, su producción y consumo se vio disminuido durante la Colonia, debido a que éste estaba asociado a ritos religiosos.
Aunque el amaranto nunca ha dejado de estar presente en la dieta del mexicano en forma de las tradicionales alegrías, su consumo hoy en día está de moda así que no está de más recordar los beneficios que aporta a la salud.
Este ingrediente es rico en minerales, pues contiene lisina, una sustancia que estimula la memoria y los procesos de aprendizaje. También, el amaranto es una fuente importante hierro, fósforo y carotenoides.
El amaranto es rico en proteínas de origen vegetal, al grado que supera la cantidad de este nutriente en comparación con otros cereales: una taza de amaranto contiene 28.1 gramos de proteína, en comparación con el arroz, que aporta 26.3 gramos.
El amaranto tiene tres veces más la cantidad de calcio en comparación con otras fuentes de carbohidratos. Por si fuera poco, los antioxidantes que aporta ayudan a neutralizar los radicales libres y a reducir el estrés oxidativo.
También ayuda a perder peso, pues aporta una buena cantidad de fibra, la cual estimula la sensación de saciedad sin aportar calorías extras.