Por Jesús Ruiz Gámez
Leí ayer con atención el desplegado de numerosas organizaciones ciudadanas capitalinas, vamos a decir que de corte ambientalista, en el que exponen sus argumentos para oponerse a la decisión aprobada en el Cabildo de Hermosillo de vender algunos terrenos del patrimonio municipal en el vado del río, concretamente en la zona cercana al humedal de La Sauceda.
Primero, señalan cómo durante las recientes décadas se han perdido áreas de equipamiento urbano, muchas de ellas áreas verdes, lo que ha redundado en un acusado déficit de áreas arboladas, indispensables como elementos que favorecen la salud pública y el embellecimiento de la ciudad.
Esta problemática en la capital es real e indiscutible y, de hecho, yo he denunciado en muchas ocasiones cómo se han depredado, por medio de francos hechos de tráfico de influencias, varios predios de la ciudad que originalmente estaban destinadas a equipamiento urbano, principalmente para áreas verdes y deportivas.
Es cierto, pues, que en la capital la mancha de cemento ha ganado terreno al suelo dedicado a las áreas de uso común que toda ciudad necesita para el esparcimiento y la salud física y mental de sus ciudadanos. Pero en lo que toca concretamente a los terrenos de la zona conocida como “el cárcamo”, se trata de un espacio donde hay al menos dos o tres campos para la práctica del béisbol y otro de fútbol, pero donde la infraestructura deportiva es escasa por no decir que nula.
En contraparte, es obvio que esos terrenos son de gran valor comercial, pues de hecho el proyecto confirmado por la alcaldesa Celida López Cárdenas es que, con la eventual venta, se obtendrían más de 100 millones de pesos que irían etiquetados casi en su totalidad para paliar el problema del deterioro de las vialidades de la ciudad.
Entonces estamos ante esa disyuntiva de decidir sobre cuál es el mal menor para la ciudad: si es “perder” unos terrenos que se usan casi exclusivamente los fines de semana para practicar esos deportes, o seguir con unas calles llenas de baches que afectan la movilidad y los vehículos de casi todas las familias hermosillenses.
Pareciera que puesta así la disyuntiva es fácil de escoger el camino de la venta de esos terrenos para solucionar un mal mayor, bajo la sabia conseja de que hay tiempos en que se deben sacrificar los bienes para remediar los males.
Pero quizás sea posible no enfrentarse a esa disyuntiva si se llega a una negociación de “ganar-ganar”: que el Ayuntamiento pueda financiar la recuperación de las vialidades con la venta de esos terrenos, a cambio de que la propia Comuna y los empresarios que van usufructuar los predios se comprometan a localizar otros terrenos y levantar allí espacios e infraestructura “digna” en favor de las ligas deportivas.
Se trata de que los integrantes de las organizaciones que se oponen a la venta, pero en especial los señores deportistas que usan esos terrenos, se abran a la idea de que la ciudad necesita hacerse de recursos para mejorar las vialidades que todos ellos mismos usan; y que el Ayuntamiento, por su parte, se abra también a la idea de que puede conseguir las dos cosas al mismo tiempo: por un lado el dinero que necesita y por otro el dotar a la ciudad de mejores espacios deportivos.
De hecho, seguramente la Alcaldesa accedería a abrir espacios de vigilancia ciudadana sobre ambas operaciones, en los que participen miembros de las organizaciones que en este momento se oponen.
Además, no nos hagamos tontos: si el Ayuntamiento no obtiene recursos de la venta de esos terrenos y muy probablemente de otros más, tarde o temprano tendría que hacerlo con el alza de las contribuciones de todos los ciudadanos (predial, agua, etc.), porque ya está visto que del gobierno federal no bajarán recursos para los estados y municipios.
EL ELEMENTO POLÍTICO-IDEOLÓGICO
En este mismo tema de los terrenos del vado, tampoco nos podemos hacer tontos ante la posibilidad de que en la oposición a la venta haya entremezclados intereses políticos y hasta atavismos ideológicos.
Afirmo esto porque entre identificados opositores se ubican algunos que son los mismos que en su momento se “levantaron en armas” cuando el gobierno estatal anunció su intención de vender el estadio de béisbol Héctor Espino, pero que luego callaron cuando el presidente López Obrador anunció que su gobierno lo compraría… Incluso nada han dicho cuando AMLO ha afirmado que parte de los terrenos de los estadios se dedicarían a negocios particulares para financiar las academias de béisbol.
Dirán que el de Célida López Cárdenas es un gobierno de Morena, pero sabemos que, por su antecedente panista, buena parte de los morenistas no la han apoyado.
Ojalá no sea así y que la oposición no tenga raíz oculta, porque si la mayoría de las organizaciones se oponen genuinamente, entonces podría encontrarse esa apertura al diálogo.
Y una recomendación al Ayuntamiento: vale más que se vacunen ante el gobierno federal, porque no faltará a quien se le ocurra la idea de provocar una declaración del presidente López Obrador en contra de este proyecto de venta.
Ya ven que tenemos un presidente que es un “ajonjolí de todos los moles”.
AMLO APUESTA CON LA SALUD DE TODOS
López Obrador dijo ayer que esta circunstancia del coronavirus le “vino como anillo al dedo en el propósito de afianzar la cuarta transformación”… ¿Qué quiso decir?… En su declaración, el Presidente reiteró su seguridad de que esta contingencia será transitoria y que de la misma México saldrá fortalecido (aunque en el mundo se ve todo lo contrario) porque con y a pesar de las crisis “no nos van a hacer cambiar en nuestro propósito de acabar con la corrupción y de que haya justicia en el país”, de allí que serviría entonces para afianzar su proyecto… Es decir, AMLO piensa que por su postura de no dar marcha atrás, de endurecerse en sus políticas de apoyos sólo “a los pobres” y nada de “rescate” a las empresas –de eso que se califica como cerrazón de su parte pero que él y sus fans ven como firmeza de convicción–, de esa radicalización saldrá el fortalecimiento de su proyecto… En pocas palabras, el Presidente está aprovechando el momento de la crisis del coronavirus para jugarse el porvenir de su proyecto, pero poniendo en la mesa, como apuesta, la salud de todos los mexicanos… Así, si gana, ciertamente ganará terreno para su proyecto político, pero si pierde se perderá la salud de todos, que es el máximo bien público que está en juego… Es una actitud irresponsable y una conducta cuasi criminal.