Por Jesús Ruiz Gámez
Todo indica que será cuestión de días para que en Sonora se reinicie la actividad en los parques industriales de toda la entidad, especialmente el de Hermosillo, pues ya son enormes las presiones para que se reactive la industria automotriz en suelo nacional.
El énfasis en señalar especialmente el parque industrial de Hermosillo, es porque al reactivarse la producción de la planta de ensamblaje de la Ford, al mismo tiempo tienen que reabrir sus empresas proveedoras y con ellos estamos hablando de la movilización de varios miles de trabajadores.
Yo la verdad siento que el debate ya no debe ser si se reactiva o no una gran parte del sector industrial asentado en Sonora, sino cuáles serán las condiciones en que se reiniciará la producción con el menor número de contagios posible.
Ayer en el Senado de la República se hizo evidente otra pista de la inminencia de la reactivación industrial, pues en la Comisión Especial de Seguimiento a la Implementación del T-MEC los senadores prestaron oídos a los argumentos de los empresarios del sector y al planteamiento trinacional para que toda su cadena de producción retome actividades de manera simultánea en México, Estados Unidos y Canadá.
No nos podemos hacer guajes ante la realidad de que estamos sujetos a las necesidades de las grandes empresas norteamericanas, que significan millones de empleos en nuestro país, así como que también somos rehenes de los intereses políticos que están en juego por la elección presidencial de este año en el país vecino.
Paradójicamente, al ser más eficaz el gobierno de Sonora para aplanar la curva de los contagios, corremos aquí más riesgo con la pronta reactivación de las industrias, pero difícilmente la gobernadora Pavlovich podrá contener la enorme presión que tendrá cada día desde el gobierno federal mexicano y desde las propias empresas norteamericanas.
Reabrir la industria en plena fase 3 de la pandemia es ilógico, visto desde la salud pública, pero es inminente ante la realidad de nuestra dependencia económica.
Es por ello que, insisto, quizás sea pérdida de tiempo el debate sobre cuándo reactivar las plantas industriales, sino que debe ser cómo hacerlo para que el posible perjuicio sea menor.
MÁS RIESGO EN LOS OXXOS
Ahora bien, en el gobierno estatal deben estar conscientes de que donde hay igual riesgo de contagios que en las industrias (en las que suelen aplicar medidas de protección de primer mundo), es en las enormes filas que forman en las tiendas Oxxo cientos de personas desesperadas por comprar cerveza.
Es cierto que a muchos nos da pena ajena esa conducta entre los sonorenses, pero es una realidad del mercado local y que la restricción para la venta resulta contraproducente porque los adictos al alcohol lo consiguen como sea, especialmente con los incontables aguajeros que funcionan con protección oficial.
Ayer circularon profusamente las fotografías de la enorme fila formada en otro Oxxo de Hermosillo, por parte de decenas de esperanzados sedientos de cheve, atraídos como moscas por el rumor de la venta del ambarino líquido.
Es una escena que se ha repetido y en la que se constata que las filas se forman sin la sana distancia y sin medidas mínimas de protección, con el consecuente riesgo de contagios del virus del COVID-19.
Sobre esta situación, el director estatal de Promoción a la Salud, Gerardo Álvarez, reconoce que no saben cómo actuar ante esta situación en los Oxxos, lo cual refleja una falta de coordinación entre las decisiones que se toman desde la Secretaría de Salud y las que surgen de la Dirección General de Alcoholes.
Álvarez declaró que esperan tomar medidas al respecto en la reunión, hoy viernes, del Consejo Estatal de Salud, de la cual no dude usted que salga el anuncio de mayor restricción a la venta de alcohol, que sólo alimentará el jugoso negocio del clandestinaje.
Y así como en los Oxxos, podemos ver los riesgos por las aglomeraciones en las paradas de los camiones urbanos, donde igualmente se cruzan miles y miles de ciudadanos.
O sea que estamos como previniendo “a lo grande” con el cierre de las plantas industriales, pero quedan allí estos “huecos” en la prevención en los Oxxos y en el transporte.
QUEMAN EL UNIFORME
Yo me cuento entre los convencidos de que al final de la historia de la 4T, unas de las instituciones que resultará más dañada en su prestigio será la de las Fuerzas Armadas, por verse hoy, como nunca antes, en tan perniciosa cercanía al poder civil, léase al poder presidencial.
Pero además, si ya de por sí los Militares se veían expuestos, durante anteriores gobiernos, a tentaciones de corrupción al ser inmiscuidas en tareas de seguridad pública, ahora está peor el asunto desde que se prestaron a esa gran simulación que es la llamada Guardia Nacional.
En los últimos días hemos tenido dos ejemplos de situaciones que le pegan en el centro a la imagen de las Fuerzas Armadas: uno fue el video que se volvió viral al exhibir a miembros de la Guardia Nacional exigiendo “mochada” a un tirador de drogas en Ciudad Obregón.
Pese a que se volvió tema en medios nacionales, en el comando de la Guardia Nacional se limitaron a la clásica declaración de que los soldados inmiscuidos en los hechos “serán puestos a disposición de las autoridades competentes”… Y tan, tan.
El otro hecho fue la captura por parte de elementos del Ejército, en un paraje de Yécora, de varios sujetos con uniformes de las Fuerzas Armadas, en una escena en la que de primera mano se pudo pensar que se trataba de malandros con uniformes falsos.
Pero resultó que sí se trataba de soldados en activo y que estaban allí para entrenar a miembros del crimen organizado, es decir que los preparaban para matar a los propios militares, lo cual no puede ser otra cosa que juzgado como traición a las Fuerzas Armadas.
Ambos casos hablan del desgaste a que se ha sometido a las Fuerzas Armadas y que son causa de desencanto en una buena parte de la población.
Duele, la verdad, ver así de expuestos a nuestros militares.
