Derecha la flecha: si yo fuera dirigente (estatal del PAN) claro que haría un esfuerzo para que Javier Gándara revalorara su intención de no participar más como candidato, dice el actual senador Damián Zepeda.
Aunque se dice ausente de la política local, pues se siente pleno con su trabajo en la esfera nacional, en una charla con los miembros del Grupo de Periodistas Contrapunto 10, el hermosillense ex dirigente nacional del PAN se anima a comentar un poco del acontecer estatal.
Cuando se le pregunta cómo ve las cosas en Sonora, primero acota que él siempre ha dejado en claro su opinión de que el candidato del PAN al Gobierno del Estado debe ser el ex priista Antonio Astiazarán.
Pero es entonces cuando, sin mediar pregunta de por medio, desliza su deseo de que el reconocido empresario y ex candidato del PAN a la gubernatura en el 2015, “hiciera una revaloración final” sobre participar en el 2021, pues piensa que Javier Gándara volvería a ser muy competitivo.
Habría que saber entonces lo que piensa el propio Javier Gándara, quien ha reiterado su negativa a regresar a las boletas electorales, aunque en el 2015 obtuvo más de 415 mil votos y ciertamente las encuestas lo siguen situando con altas preferencias.
Pero igual habría que conocer si ese deseo del senador Zepeda es compartido por el dirigente estatal Ernesto Munro, de quien se sabe ya se ha reunido con su homólogo del PRI, Ernesto De Lucas, con miras a explorar las posibilidades de un gran acuerdo de alianza en contra de Morena.
Una alianza con el PRI que, por cierto, Javier Gándara rechaza.
CON EL PRI, NI A LAS CANICAS
En cuanto al tema de las alianzas, el senador Zepeda se opone tajantemente a la posibilidad de que el PAN participe en cualquier proyecto aliancista que involucre al PRI, tanto en el plano nacional como en los comicios locales.
Opina que el PAN primero debe reforzar una identidad propia con la cual mostrarse ante la gente y, segundo, ubicarse como una alternativa distinta y no solamente en un escenario “binario”, de blancos y negros, de buenos y malos, como pretende el presidente López Obrador.
Pero además se dice convencido de que el PAN debe mantener su “congruencia histórica”, como el partido opositor al PRI durante más de siete décadas.
“¿Cómo decirle al ciudadano, ahora vota por lo que no votaste (‘PriAn’)?”, pregunta el Senador, para dejar una respuesta en el aire y luego reforzar que el PAN no debe dejarse llevar por el pragmatismo que haría posible la alianza con el PRI.
Luego, para el caso de Sonora dice que solamente le parecería aceptable un proyecto de coalición entre partidos de oposición, obviamente sin contemplar al PRI, no obstante expresar que Ernesto “El Borrego” Gándara, el más probable candidato priista a la gubernatura, es persona y de familia honorable.
“Lo que me gustaría en Sonora es que hubiera un acuerdo para una especie de elecciones primarias entre los partidos y quien esté mejor encabece un plan de gobierno de coalición”, propone.
FALTA DIRIGENCIA FUERTE EN EL PAN
Damián Zepeda aclara que son conocidas las diferencias que tuvo y que al parecer mantiene con el dirigente nacional de su partido, Marko Cortés, esto para opinar si el PAN necesita un cambio de actitud en una dirigencia que se observa pasiva y hasta timorata ante la aplanadora morenista.
El Senador responde que ciertamente no se ha logrado establecer esa identidad propia que el partido necesita para no ser encasillado en el escenario de dos bloques, “blanco y negro”, que se pretende en la estrategia de López Obrador.
Y concede que el PAN requería de una figura grande, fuerte, para el momento que se veía venir, por lo que fue bien conocido que no apoyaba a Cortés para que encabezara al partido ante el gobierno de Morena.
“Sí, comprendo que nos falta mayor empuje”, dijo el Senador, para cerrar lo que parece un espinoso tema cuando la gran batalla está a la vuelta de la esquina.
LA MALA LECHE DE LÓPEZ OBRADOR
La verdad, qué mala leche la del presidente López Obrador, al insistir en que la renuncia del señor Jaime Cárdenas a la dirección del “Instituto Para devolverle al Pueblo lo Robado”, se debió a su falta de carácter para combatir la corrupción.
Inicialmente, López Obrador había dicho otra mentira: que Cárdenas le presentó la renuncia porque no supo manejar el estrés que suelen sufrir los altos funcionarios públicos.
Pero el señor Cárdenas no aceptó que López Obrador torciera la verdad de esa forma y lo dejara a la vista de todos como un incapaz y cobarde, por lo que decidió hacer pública la carta en que explicó al Presidente las verdaderas causas de su renuncia.
Como ya se sabe, en esa carta hace ver que fue testigo de diversos actos de corrupción en ese Instituto y que presentó las denuncias respectivas, pero aclara que el motivo de fondo es que no encontró en los niveles superiores apoyo a las medidas que deseaba tomar.
Cárdenas afirma que en varias ocasiones expuso la falta de aplicación de la normatividad y al parecer todos lo escuchaban pero nadie movió un dedo.
Asegura que al propio López Obrador le hizo ver los asuntos pero sólo encontró en el Presidente desdén por la aplicación de las normas y hasta le señaló que apegarse a los procedimientos solamente entorpecía la ejecución de los proyectos.
Lo que asegura Cárdenas es absolutamente creíble, pues para nadie es secreto que López Obrador desdeña la institucionalidad y las normas que de ella derivan, haciendo de su palabra la única ley que sus subalternos deben atender.
De hecho, recuerdo que en una ocasión López Obrador dijo que ejercería la Presidencia de la República de la misma manera que lo hizo cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México: emitiendo bandos y decretos en los casos en que las normas no se ajustaran a sus deseos.
Cierto que no viola la ley el Presidente, pero ese desprecio por las normas y los procedimientos contraviene la transparencia y prohíja los actos de corrupción que parecen plagar a sus gobiernos.
¿Quién se puede sorprender de que en su actual gobierno no se licite el 70% de los contratos (y menos los grandes), si cuando gobernó la Ciudad de México López Obrador entregó sus más grandes obras de vialidad sin licitar y reservó la información por 20 años?
La mala leche del Presidente es ese intento por ocultar las verdaderas causas de las renuncias de sus más cercanos colaboradores, como lo quiso hacer también con el ex secretario de Hacienda Carlos Urzúa y más recientemente con el ex titular de la Semarnat Víctor Manuel Toledo.
Urzúa renunció porque no quiso convalidar las decisiones de López Obrador que tienen a México hoy en la peor de sus recurrentes crisis económicas.
Toledo por su parte había señalado el desdén del gobierno de López Obrador por la ecología y el cuidado de los recursos naturales, además del descontrol que hay en el gobierno federal.
De Toledo, López Obrador también dijo que había renunciado “por estrés”, siendo una mentira, pero contrario a Cárdenas, optó por callarse y tolerar la difamación del Presidente.
Así queda claro que no hay en el Presidente la menor intención de hacer un gobierno de leyes y apego a las normas, como igual queda claro que los funcionarios que se atreven a disentir y alertar sobre irregularidades se arriesgan a ser escupidos de sus cargos y difamados.
Mala leche con su gente y con toda la nación.