Por Jesús Ruiz Gámez
Me queda claro que si el poder de decisión estuviera enteramente en manos del secretario de Salud del Gobierno del Estado, Enrique Clausen, no se autorizaría el reinicio de operaciones a partir de la próxima semana en un buen número de las más grandes plantas industriales del estado, como se plantea.
En su reciente zipizape público con el presidente de Index Sonora, Gerardo Vázquez, Clausen refirió que si el reinicio de actividades se da antes de lo científicamente prudente, por así decirlo, las muertes llevarían nombre y apellido de los empresarios cuya anticipación puede resultar funesta.
Clausen no es un experto en medicina ni en salud pública, pero con oficio de muchos años en la administración pública y con un buen equipo de expertos a su lado, estoy seguro que tiene el mejor pulso sobre el avance y estado de la pandemia y, por ende, quien mejor puede dimensionar los riesgos de una reapertura anticipada.
Pero -el gran “pero”- la decisión no es suya. Vamos, ni siquiera lo es enteramente de la gobernadora Pavlovich, sino que intervienen muchos factores e intereses que, siendo legítimos, pueden ser la causa de que la precipitación redunde en un rebote en el número de contagios que haga desandar lo avanzado.
Esto último suponiendo, claro, que cuando se dé el reinicio de actividades industriales y comerciales realmente estemos en un curso descendente de la curva de contagios y de muertes en la entidad.
Ayer la Gobernadora compartió en redes sociales su participación en un encuentro virtual con sus pares de la Conferencia Nacional de Gobernadores en la que, informó, el gobierno federal les informaba sobre la agenda de reactivación económica para todo el país “priorizando la salud de los ciudadanos”.
El presidente López Obrador ha dicho que la reactivación económica se hará por regiones, empezando por aquellas donde la pandemia no presente números de gravedad o cuya curva de contagios hay sido considerablemente superada.
Pero sucede que aquí, al igual que en Estados Unidos, la situación de cada entidad federativa es muy diferente entre sí, pues no es lo mismo una decisión sobre la reapertura de la planta industrial en Hermosillo en comparación con la de Tijuana, donde el coronavirus sigue causando estragos mayores.
Ignoro, por supuesto, si en esa videoconferencia, las autoridades del gobierno federal se dieron tiempo (e interés) en hacer un alto en esas particularidades, pero yo creo que no y, “al modito” del gobierno de López Obrador, las consecuencias de su decisión las dejará como responsabilidad de cada gobernador.
Por lo pronto, Ford Motor Company ya anunció, mediante un comunicado oficial, que contempla reiniciar operaciones en la planta de Hermosillo el próximo 18 de mayo, lo cual implica, como ya comentamos, la movilización de miles de trabajadores más de otras decenas de empresas proveedoras instaladas en el parque industrial de la capital sonorense.
Y este anuncio parecería a contrapelo de lo que apenas antier declaró el secretario Clausen, de que se han disparado los casos de Covid-19 en la entidad, además de la condicionante expresada por la Gobernadora en el sentido de que la reactivación económica deberá hacerse con prudencia y responsabilidad de las empresas, e iniciará sólo si se comprueba que el 75% de la población sonorense sigue en aislamiento.
Se percibe, como ya lo han validado las encuestas, que la Gobernadora actúa dentro de los márgenes que su responsabilidad permite, pero a la vez se advierte la difícil situación de tratar de llegar o encontrar el momento adecuado (o menos inadecuado) para la reactivación económica.
Está dicho que en política y en el gobierno, no siempre se hace lo que se quiere ni lo que se debe, sino lo que se puede.
Y ahora lo que se puede es ganar tiempo, para tratar de tener menos costos.
¿ELECCIONES CON CORONAVIRUS?
Los expertos hacen sus proyecciones sobre la pandemia para los próximos meses y años, suponiendo que no se logre una vacuna en ese tiempo, con el alarmante pronóstico de que se podría extender hasta el 2022 registrando entre tanto varios rebrotes (picos) de mayor y menor intensidad.
De hecho algunos prevén el rebrote de mayor intensidad a finales del presente año, cuando el Covid-19 se unirá al inicio de la temporada de influenza, pero además con la probabilidad de otros picos en la primavera y el otoño del 2021.
Está de más decir que las consecuencias en la salud y la economía, si se cumplen esas proyecciones, serán por mucho más desastrosas en relación a lo que hemos vivido hasta ahora, pero igual podría afectar el calendario electoral en México.
En este año, el coronavirus ya causó que se pospusieron al menos dos elecciones locales, pero se imaginan si en la primavera y el verano del 2021 estamos en un pico mayor de la pandemia, ¿se llevarían a cabo los comicios para renovar 15 gubernaturas, congresos locales y la diputación federal?
Así que estamos ante un escenario posible en que las elecciones del 2021 igualmente podrían posponerse, con todas las consecuencias que usted puede imaginar.
Lo dicho, nada está escrito.
EN LAS CÁRCELES, ¿GATO ENCERRADO?
De vuelta a la encrucijada en que han sido puestos los gobernantes, obviamente no es exclusiva de Sonora ni de México. Basta con voltear hacia el norte para ver cómo en Estados Unidos están igual o peor, según la región de cada país.
Ayer veía dos notas relativas al estado de California: En una se leía que en Los Ángeles se podría extender hasta julio el ordenamiento de quedarse en casa, pero al igual que aquí y como en diferentes regiones de allá, lo que se ve es la indecisión de los gobernantes ante la incertidumbre de lo que viene con la pandemia.
La otra nota daba cuenta de que en una prisión federal, en Lompoc, California, el número de contagiados por coronavirus se disparó esta semana hasta casi 800 (70% de la población carcelaria), pero además se citaban otros casos de prisiones y centros de atención a jóvenes con brotes de Covid-19.
En este espacio ya tocamos ese punto de las prisiones en México, donde las condiciones sanitarias y el hacinamiento son por mucho peores que las de Estados Unidos y por lo tanto se ve casi imposible que no haya intensos brotes del Covid-19.
Pero nada o casi nada se ha informado sobre la situación de la pandemia entre los casi 220 mil presos que hay en México, lo cual me invita a pensar que es otro de los puntos opacos en los informes oficiales de los contagios.
¿O también van a salir en el gobierno con que los presos en México están hechos de un material especial que los hace más resistentes a los brotes del coronavirus?
Yo creo que en las cárceles mexicanas, donde el aislamiento personal es imposible porque se amontonan los presos como se puede y en condiciones sanitarias muy precarias, lo más lógico es que se den los mayores brotes del Covid-19.
Y en Sonora, ¿a poco todo está color de rosa y el coronavirus no ha entrado a ninguno de los ceresos locales?
Me invade el sospechosismo de que en las cárceles, hay gato encerrado.
SIGUE LA MATA DANDO
Donde a las claras se ve que la mata de la corrupción sigue echando raíces, es en el gobierno de López Obrador, porque luego de las escandalosas revelaciones sobre los negocios de la familia Bartlett, ahora se suman probables trapitos sucios de la secretaria de Energía, Rocío Nahle.
Resulta que el IMSS en la Ciudad de México había asignado el segundo contrato más valioso para la compra de ventiladores a la empresa Bidcom Energy, vinculada a un compadre de Nahle.
El instituto anunció que este lunes inició un proceso de rescisión de contrato a esa empresa, que fue creada apenas en agosto del 2019, pues supuestamente había incumplido algunos términos.
Bien, el caso es que eso de la honestidad a toda prueba en la 4T, parece ser un cuento sólo para ingenuos.