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Medicamento genérico o de patente, he ahí el dilema

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Cada vez que Usted va con un doctor particular por algún malestar se enfrenta a la disyuntiva de adquirir medicamento genérico o de patente para tratar su enfermedad. 

En esencia tienen el mismo compuesto, pero la presentación, el factor psicológico y el excipiente tienen igual o más poder que la propia fórmula a tomarse.

Todo medicamento está compuesto de dos partes: el fármaco (sustancia activa que causa el efecto en el paciente) y los excipientes (sustancias que facilitan la conservación del fármaco). Por ende, la diferencia entre lo genérico y lo patentado estará fundamentada en el excipiente porque lo demás es similar sin importar su empaque.

Lo que hace más caro un medicamento patentado ante el genérico es el costo de la investigación (tiempo, recursos y personal), los gastos en profesionales altamente capacitados para la elaboración del compuesto, la inversión en publicidad y los gastos corrientes en “agradecimiento” a los médicos que les recomienden. La patente suele durar 20 años, dos décadas en que el fabricante tiene derecho exclusivo de su producto.

El problema con la llegada del genérico es que el patentado, al ser más caro, debe evolucionar para mantener cautivo su nicho y no verse obligado a reducir algunos de los costos en su producción para ser competente ante su copia. También deben competir con los falsificados y adulterados, el verdadero dolor de cabeza de los laboratorios.

Branding que encarece el producto

Antes de pensar en vender un producto se necesita una certificación de registro sanitario para ser comercializado y es Salud Pública quien otorga esta validación, mediante la Dirección General de Drogas y Farmacias. Se analiza y comprueba la eficacia del medicamento antes de otorgarle el permiso, que una vez emitido suele tener cinco años de vigencia.

Una modalidad que han asumido los laboratorios es crear dos productos: el patentado y el genérico. El primero lo usan para despachar en la clase de mayor poder adquisitivo y el otro para competir por la elección popular. El subdirector de Promese, Miguel Ureña, cree que es una estrategia que permite aprovechar los dos nichos de mercado.

El laboratorio interesado en hacer lo propio debe demostrar, mediante estudios de bioequivalencia, que su resultado provoca los mismos efectos en cuanto a calidad, eficacia y seguridad. Sin embargo, tienen una debilidad notable ante los patentados: el branding.

La inversión que un laboratorio hace en publicidad ronda casi el 40% del costo total de producción. Campañas y comerciales perfectamente elaborados, promociones gratuitas en clínicas, incentivos a galenos que multipliquen la intención de la marca y bonificaciones a sus promotores por aumento en las ventas.

Esa estrategia en el mercadeo es la pieza angular entre una pastilla y otra, tal y como considera el doctor Humberto Salazar, coordinador de la Comisión Ejecutiva para la Reforma del Sector Salud, quien agrega que “estas campañas buscan elevar la imagen de los productos patentados y transmitir a la población una desconfianza en los genéricos”.

El también dirigente político expresa que “sólo el 10% de los medicamentos que se consumen en el país son patentados, los otros son genéricos disfrazados”. Precisa que para fabricar fármacos se requieren investigaciones universitarias que no parten de la medicina, sino de las academias, “y en el país no existe la tecnología para eso”.

Otra de las razones por la que un patentado es más caro que un genérico es por la combinación de principios activos, ya que el segundo está elaborado para erradicar una enfermedad determinada, mientras el primero puede ser efectivo para dos o más dolencias si su elaboración contempla eso. Para Jacqueline Nerys, gerente de Producción de Laboratorio Químico Dominicano (Laboquidom), aunque se invierta en el empaque, en la estética del producto, incluso en la suma destinada a publicidad, a fin de cuentas el fármaco es el mismo. La clave es el excipiente y sus activos.

Precisamente Laboquidom es uno de los pocos suplidores locales del Estado en fármacos. Brindan servicios al Programa de Medicamentos Esenciales/ Central de Apoyo Logístico (Promese/Cal), lo que ha posibilitado que la demanda se catapulte y eso se traduzca en beneficios. Desde el año 2014 han invertido más de 30 millones de pesos de República Dominicana (a un tipo de cambio de 45 pesos de RD por dólar) sólo en logística.

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