La joven de 15 años de edad, Katia Jatziri “D”, murió por “tricofagia”, un mal conocido como el “Síndrome de Rapunzel” y que es causado por ingerir cabello de manera compulsiva.
La Fiscalía General de Justicia del Estado de Coahuila informó que según la autopsia, la joven presentó una sepsis por ruptura de su intestino, el cual estaba obstruido por alrededor de un kilo de cabello.
Actualmente se lleva a cabo una investigación porque los padres de Katia interpusieron una denuncia por negligencia médica al argumentar que en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no recibió atención inmediata.
Pero los padres también podrían ser acusados de omisión de cuidados porque la joven presentaba un cuadro de anemia y desnutrición severa, al pesar sólo 20 kilos. Asimismo, la acumulación de cabello en su intestino es producto de varios años de realizar esta práctica, alrededor de diez, por lo que estiman que desde muy pequeña inició con este síndrome, aunque sus padres informaron que no lo sabían.
El IMSS señaló que, en cuanto se le brindó atención, Katia presentó elevación excesiva de plaquetas por lo que aplicaron el tratamiento correspondiente, conforme a las guías de práctica clínica.
Se trata de una condición secundaria de la tricotilomanía, el hábito recurrente de retorcer el cabello hasta que se desprende e ingerirlo. Lo más típico es ver este síndrome en mujeres adolescentes que presentan alopecia (caída del cabello) y tumoración abdominal móvil en el epigastrio (parte alta del estómago), que puede causar obstrucción intermitente. Es común que estas pacientes tengan patología psiquiátrica asociada.
¿Qué es el Sindrome de Rapunzel?
Estas pacientes sufren dolor abdominal, náuseas y vómitos (el estómago no puede retener la comida ya que se encuentra ocupado por la bola de pelo), debilidad y pérdida de peso, estreñimiento o diarrea y hematemesis (vómito con sangre).
El diagnóstico suele ser muy difícil ya que, habitualmente, quienes presentan el “Síndrome de Rapunzel” niegan u ocultan información sobre tricofagia. Además, las grandes masas abdominales pueden llevar a confusión y orientar el diagnóstico hacia un cáncer. Para diagnosticarlo se tiene que realizar una endoscopia.