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Muere Jacobo Zabludovsky, ícono del periodismo en México

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Sus restos fueron sepultados en el panteón fueron sepultados en el panteón israelita, hasta donde llegaron el presidente Enrique Peña Nieto y la primera dama, Angélica Rivera

El periodista Jacobo Zabludovsky falleció la madrugada de este jueves a causa de un derrame cerebral, tenía una semana internado en el hospital ABC por una deshidratación.

Leyenda del periodismo de la segunda mitad del siglo XX en nuestro país, y de los primeros tres lustros de este, Jacobo Zabludovsky Kravesky nació en la Ciudad de México el 24 de mayo de 1928. Se graduó como licenciado en Derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En 1946, a la edad de 18 años, inició sus actividades periodísticas en Cadena Radio Continental, donde se desempeñó como ayudante de redactor de noticias. Un año después ingresó a XEX-AM como subjefe de Servicios Informativos.

Dos años después, en 1950, con el inicio mismo de la televisión en México, trabajó en la producción y dirección de los primeros noticieros de la televisión mexicana, medio de comunicación al que estuvo ligado la mayor parte de su vida.

Condujo durante 27 años el noticiero 24 Horas, espacio noticioso que marcó una época en la historia de la televisión mexicana en la segunda mitad del siglo pasado. Lo hizo hasta 1998, cuando por decisiones de los directivos de Televisa dejó la conducción; dos años después renunciaría a la empresa que hasta ese entonces fue su casa, como él mismo la definiera.

Esta renuncia se da en solidaridad con su hijo Abraham Zabludovosky, quien dimite a dicha empresa tras conocer el nombramiento de Joaquín López Dóriga como titular del noticiero estelar nocturno, después de la salida de Guillermo Ortega, quien había sustituido a su padre dos años atrás.

Tras su salida de la empresa televisiva, Jacobo Zabludosky regresó a la radio en 2001, para conducir de manera muy exitosa el noticiero de “De una Tres”, en la estación La 69, del Grupo Radio Centro, que rápidamente se convirtió en el programa de noticias con mayor audiencia.

Cuestionado por su papel al frente del noticiero televisivo por casi tres décadas, donde se le señaló como el vocero del presidencialismo, en su paso final por la radio, vivió una transformación, con un periodismo más crítico y renovador, donde se le percibió con una mayor libertad.

En su larga trayectoria periodística, es memorable su crónica radiofónica de los primeros momentos tras el sismo de 1985 en la capital del país, cuando desde el teléfono de su automóvil, sin señal de televisión, narró el mayor desastre natural sufrido por la ciudad de México desde la época de la Conquista.

Con casi 70 años dedicados al oficio periodístico, Jacobo Zabludovsky ha dado cuenta de numerosos hechos de trascendencia histórica, como el triunfo de la Revolución Cubana y la llegada del hombre a la Luna, por citar solo dos. Pero en su haber, está también las entrevistas a personajes de todas las esferas y ámbitos, como la de Salvador Dalí, Ernesto Che Guevara, Fidel Castro, Gabriel García Márquez y María Félix, entre otras.

Periodista nato, amante del tango y de la fiesta brava, defensor de la Ciudad de México, de su patrimonio cultural y arquitectónico, Jacobo Zabludovsky recibió una larga lista de premios, condecoraciones, diplomas y nombramientos nacionales e internacionales.

Solo algunas de estos galardones son: Dos premios Ondas, en Barcelona, España; La Orden de las Artes y las Letras, otorgado por el Ministerio de Asuntos Culturales de la República Francesa; el Primer Premio Internacional de Periodismo Rey de España; diez premios nacionales del certamen nacional de Periodismo en México y doctores Honoris Causa de varias universidades, entre ellas la Hebrea de Jerusalem.

Pero uno muy especial, que él mismo definió como “el mejor regalo de su vida”, recibido el 24 de mayo de hace un año, justo en su cumpleaños número 86, en la capital de Argentina: la Orden del Porteño, entregada por la Asociación Gardeliana de Buenos Aires, como un homenaje muy especial a un verdadero amante del tango y de su historia, y, por añadidura, de Carlos Gardel, de quien poseía la colección más grande de discos originales de quien se le conoce también con el sobrenombre irónico de “El Mudo”.

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