Los ecologistas no han encontrado la razón de los decesos
Al menos 275 elefantes murieron en los últimos meses en el norte de Botswana, el país con la mayor colonia de paquidermos del mundo, sin signos de violencia y sin que se haya podido atribuir, de momento, la muerte a ningún veneno conocido o enfermedad, algo que preocupa gravemente a los ecologistas.
Las autoridades de la nación austral dicen que es bastante extraño que solo mueran elefantes, lo que hace sospechar de algún patógeno o enfermedad, pero es pura especulación.
Niall McCann, director de conservación de la organización británica National Park Rescue ha tomado la iniciativa en la divulgación de este problema.
Las alarmas comenzaron a saltar a principio de mayo, cuando se localizaron los cadáveres de un puñado de elefantes en la zona del Delta del Okavango y los expertos locales no pudieron conjeturar una causa de la muerte a simple vista.
“Eso es siempre preocupante porque normalmente puedes decir si murieron por veneno, por un disparo… Así que llamaron a otros conservacionistas para volar sobre la zona y localizaron 169 cadáveres”, indicó McCann.
A mediados de junio, en vista de que el gobierno de Botswana no había realizado avances significativos, los ecologistas hicieron otra búsqueda, con la cual aumentó el recuento hasta 350.
“Además había otros elefantes que caminaban alrededor y que claramente mostraban signos de impedimentos neurológicos, como caminar en círculos o tener las piernas inestables. Para mí eso indica que lo que sea, se trate de una enfermedad, un veneno o una toxina, tiene efectos en el sistema nervioso”, apuntó el experto.
Ya se han enviado muestras a laboratorios de otros países para averiguar la causa de las misteriosas muertes que no tienen precedente, puesto que no hay escasez de agua, ni de comida en la zona.
Los furtivos ocasionalmente usan veneno para darles muerte y hacerse sus colmillos, pero las sustancias más comunes (principalmente cianuro) también dejan huella en otras especies, como por ejemplo buitres o hienas que se alimentaron de los cadáveres, y en esta ocasión no hay signos de que lo que mate a los enormes mamíferos esté afectando a ninguna otra especie.
Tampoco parece haber relación con la presencia de ántrax, una toxina que se encuentra en el medio natural y que en las épocas de escasez de lluvia contamina la superficie y es causa habitual de muerte para la fauna.