El brote de lesiones pulmonares asociadas al uso de productos de cigarrillos electrónicos o vapeo (recientemente bautizadas EVALI) ya traspasó las fronteras de Estados Unidos y llegó a América Latina.
La identificación de los primeros casos en Ecuador y Argentina se suman a cinco ya registrados en Brasil (específicamente en São Paulo y Bahía), poniendo en alerta a la región sobre los riesgos de una moda que no es saludable como se presenta.
Según informa Medscape en Español, el paciente argentino tiene 30 años y concurrió a una clínica privada en Buenos Aires por una insuficiencia respiratoria que lo afectaba desde hace meses. A partir de tomografías computarizadas se encontró “un infiltrado alveolar bilateral, con tendencia a la consolidación, áreas dispersas o parches de vidrio esmerilado y engrosamientos septales”.
Tras ser interrogado por los profesionales, el paciente afirmó haber fumado cigarrillos de tabaco tradicionales durante cuatro años, hasta comienzos de 2019, cuando empezó a utilizar los electrónicos durante más de tres meses hasta la aparición de los síntomas respiratorios. Sin embargo, señaló que consumió una marca de venta habitual y nunca vapeó productos con tetrahidrocannabinol (THC), el principal constituyente psicoactivo del cannabis.
Este dato resulta llamativo para los investigadores debido a que el uso de THC se reportó en más de 740 pacientes (de los que se tiene información sobre las sustancias que utilizaron en los cigarrillos electrónicos) del brote de EE. UU.
Esto también se apreció en el caso del paciente ecuatoriano, que había vapeado durante 4 años, incluyendo varios productos que contenían THC durante el mes previo a su internación en Guayaquil. Según Medscape, en este caso la tomografía computarizada del tórax reveló “opacidades bilaterales con un patrón de vidrio esmerilado”.
Si bien ambos pacientes tuvieron una evolución satisfactoria, gracias a la administración de corticoides intravenosos o un lavado broncoalveolar, este tipo de situaciones son un llamado de atención para los médicos en general. Los CDC y la FDA alientan a que interroguen a sus pacientes respecto de estas prácticas cuando existan señales clínicas que despierten sospechas.