La serie documental The Last Dance reverdeció a gloria de Michael Jordan y los Chicago Bulls, y al mismo tiempo acercó a nuevas generaciones la jerarquía de Su Majestad y de una dinastía que cosechó seis anillos de la NBA. Sin embargo, también abrió una inesperada grieta entre algunos de los protagonistas y el propio MJ.
Primero fue Horace Grant, pieza vital en el primer tricampeonato de los Bulls, el que arremetió contra la estrella, que lo había acusado de filtrar intimidades del plantel y de ser una de las principales fuentes del periodista Sam Smith, autor de The Jordan Rules, libro que bajó del pedestal al 23 al poner en el centro de la escena varios escándalos de apuestas y su comportamiento con el resto del equipo.
“Lo que dijo Jordan es mentira, completamente una mentira. Mentira, mentira, mentira”, replicó en declaraciones a ESPN Radio en Chicago y recogidas por CBS. Incluso, lo invitó a pelear públicamente: “Si MJ me guardaba rencor, resolvámoslo como hombres. Hablemos de eso, o podemos resolverlo de otra manera”.
“Es solo un hombre rencoroso, y creo que lo demostró durante el llamado documental. Si dices algo sobre él, te interrumpirá, intentará destruir a tu personaje. Quiero decir, con Charles Barkley han sido amigos durante más de 20, 30 años, y dijo algo sobre la gestión de Michael en Charlotte y no han hablado desde entonces”, volvió a golpear.
Pues bien, el contenido de la serie habría dejado otro personaje disconforme. Y de gran peso: ni más ni menos que Scottie Pippen, el mejor socio de Jordan a lo largo de su carrera. Según el reconocido periodista David Kaplan, de ESPN, el alero está “más que enojado” por el tratamiento que recibió en The Last Dance. Otra respetada comunicadora, como Jackie MacMullan, utilizó otra palabra: subrayó que Pip quedó “decepcionado”.
¿Cuáles son los factores que habrían molestado a Pippen? Los medios estadounidenses señalan que entiende su protagonismo no fue el merecido: su perfil es abordado en profundidad sólo en un capítulo y luego reaparece en varios momentos en los que está relacionado con la controversia. Su problema contractual en la última temporada (retrasó la cirugía que debía realizarse en su pie en forma de protesta con los dirigentes de la franquicia), la descompostura que lo dejó fuera de competencia ante Detroit en los playoffs del 90, o el acto de rebeldía en la postemporada de 1994, ante New York Knicks, cuando dejó el campo enojado con el entrenador Phil Jackson cuando le dio el protagonismo de la jugada decisiva a Tony Kukoc.
Ese último suceso aparece como uno de los más sensibles: además sucedió en la primera temporada tras el retiro iniciático de Jordan, tras la muerte de su padre y la decisión de emprender su aventura en el béisbol. “Desearía que no hubiera sucedido nunca, pero volvería a hacer exactamente lo mismo”, dijo Pippen en The Last Dance.
Casi como una extensión del pensamiento de Pip, la citada MacMullan se explayó en ESPN. “En aquella oportunidad, inmediatamente se dio cuenta de que había cometido un error y pidió disculpas. Entiendo que es una situación que debe tener cobertura en la serie, pero estamos hablando de un top 5, incluso diría un top 3 de aquella época; el mejor defensor de la NBA entonces… No hubiera habido Bulls sin Jordan, pero tampoco sin Pippen”, describió, advirtiendo, de alguna manera, que se destacó lo negativo por sobre lo positivo.
Además de mostrar su estatura como atleta en toda su dimensión, la serie también exhibió el otro lado de Jordan: su perfil ultracompetitivo y su apetito por ganar, que a veces lo llevó a empujar a sus compañeros desde una personalidad muchas veces antipática, o a utilizar trash talk (lenguaje intimidatorio) para doblegar adversarios.
“Cuando la gente vea esto dirá: ‘No era un buen tipo, quizá haya sido un tirano’. Pero ese sos vos, porque nunca ganaste nada. Yo quería ganar, pero también quería que los otros lo hicieran y fueran parte de eso… Yo no tengo que hacer esto, lo hago porque soy así. Así es como jugué. Esa era mi mentalidad. Y si no querés jugar de esa forma, no juegues (conmigo) de esa forma…”, fue su descargo.
“Mira, ganar tiene un precio. Y el liderazgo tiene un precio. Así que arrastré a las personas cuando no querían ser arrastradas. Desafié a las personas cuando no querían que las desafiaran. Y gané ese derecho porque mis compañeros de equipo que vinieron después de mí no soportaron todas las cosas que soporté. Una vez que te unías al equipo, convivías con un cierto estándar con el que yo jugaba. Ahora, si eso significa que tuve que ir y patearte un poco el culo, entonces lo hice. Le preguntas a todos mis compañeros de equipo. Lo único sobre Michael Jordan fue que nunca me pidió que hiciera algo que no había hecho”, completó su Majestad.
Pero el contenido de la historia también generó polémica entre los protagonistas, incluidos MJ y Pippen. ¿Tendrá solución la grieta de los ídolos?