Hace veinte años, un pequeña píldora azul llamada Viagra ocasionó una revolución en Estados Unidos: permitió a millones de hombres volver a tener relaciones sexuales y destapó el hasta entonces tabú de la impotencia.
Pero la revolución sexual que generó dejó afuera a las mujeres con disfunciones y pérdida de la libido, que aún esperan un remedio milagroso que les permita volver a disfrutar de una vida sexual plena, sostienen los expertos.
Unas 65 millones de recetas de Viagra, del laboratorio estadounidense Pfizer, han sido emitidas en todo el mundo. El medicamento fue aprobado por la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos, la FDA, el 27 de marzo de 1998, convirtiéndose en la primera píldora para ayudar a los hombres a conseguir una erección.
Los beneficios de este milagroso medicamento se han promocionado en la televisión, en periódicos y revistas. Su comercialización coincidió con el auge del uso de internet y de la pornografía en línea.
Los términos para efectos de mercadotecnia también han cambiado: ya no es un asunto de “impotencia masculina” sino de “disfunción eréctil”, una condición médica que ahora puede tratarse.
El senador republicano Bob Dole, veterano y candidato a la presidencia de Estados Unidos en 1996, se convirtió en su primer promotor en televisión, al admitir ante el mundo sus propios temores.
“Es un poco embarazoso para mí hablar sobre disfunción eréctil, pero es muy importante para millones de hombres y sus parejas”, explicó.
Y la estrategia funcionó.