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Alertan por plaga de sapos tóxicos en Florida

Fuertes lluvias en el sur de Florida han ocasionado que decenas de sapos de caña, mejor conocidos como sapos gigantes, abandonen sus guaridas e invadan las calles de la ciudad, poniendo en riesgo a las mascotas por su alto nivel de toxicidad.

Por lo general, esta especie de sapos habita en los cientos de lagos y canales artificiales distribuidos al sur de Florida, pero esta temporada de lluvias han comenzado a salir de sus sitios en busca de un mejor refugio, un hecho considerado insólito entre los habitantes.

Aunque resultan inofensivos para los humanos, pueden ser mortales para los animales domésticos que al morderlos o lamerlos pueden ingerir una toxina venenosa que les provocará convulsiones, pérdida de coordinación y finalmente un paro cardíaco.

Esto, debido a que los ejemplares de (Rhinella marina), que pueden alcanzar hasta los 22 centímetros de altura, tienen glándulas triangulares detrás de sus ojos que producen una toxina blanca lechosa, altamente venenosa para el mejor amigo del hombre.

La situación ha generado revuelo entre los habitantes de Florida, pues de cumplirse el pronóstico de los expertos, el verano en la región terminará por ser más húmedo de lo habitual incrementando las posibilidades de sobrevivir de esta especie y, por tanto, su población.

“Mientras haya agua para reproducirse, los sapos de caña prosperarán. Estarán en la superficie de la tierra, alimentándose y reproduciéndose. Probablemente la gente los vea ahora de una manera más frecuente que antes”, explicó William Kern, profesor asociado de la Universidad de Florida.

Además, añadió, los sapos de caña pueden alterar el ecosistema porque no tienen depredadores naturales y comen casi cualquier cosa: insectos, lagartijas, serpientes, huevos de aves, pequeños mamíferos e incluso ranas más pequeñas, con quienes compiten por áreas de alimentación y reproducción.

La Rhinella marina es originaria de América Central y partes de América del Sur, pero fue introducida en el sur de Florida en la década de 1930 de manera deliberada, debido a que los agricultores creían que controlarían las plagas y beneficiarían sus cultivos al devorar los escarabajos que comían la caña.

Sin embargo, su plan fracasó porque los anfibios no fueron capaces de saltar de alcanzar estos insectos que suelen vivir en las partes superiores de las plantas.

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