Aun cuando todavía no se sabe qué tan fuerte podría ser el fenómeno climatológico El Niño, los meteorólogos prevén que por más leve que sea, pueda afectar los patrones climáticos de todo el mundo:
Entre sus efectos potenciales están condiciones más húmedas en el sur de Estados Unidos, incluyendo el sur de California; un medio-oeste más seco, y sequía en partes de América del Sur, África y Asia.
El Niño también puede influir en las temperaturas mundiales que ya están aumentando debido a las emisiones de gases de efecto invernadero. El Niño de 2015-16, que fue muy fuerte, contribuyó a que esos años fueran los dos más calientes de los que se tiene registro.
El fenómeno El Niño ocurre cuando el agua tibia en el Pacífico ecuatorial se desplaza, creando una inmensa zona cálida en el Pacífico central y oriental. Esto añade calor y humedad al aire, con lo cual se libera energía que afecta los vientos de gran altitud, conocidos como corrientes de chorro, que rodean el planeta.
Durante el evento 2015-16, las temperaturas del agua superficial en el Pacífico se elevaron hasta cuatro grados Fahrenheit por encima de lo normal. El calor se disipó gradualmente y el océano se enfrió más de lo normal, una condición conocida como La Niña, que persistió durante gran parte del año pasado.
En su pronóstico más reciente, publicado el jueves, científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, así como de otras organizaciones, dijeron que las condiciones eran neutrales, con temperaturas normales en la superficie del mar. Pero hubo un 50 por ciento de probabilidades de un Niño en la segunda mitad del año, señalaron.
Mike Halpert, director adjunto del Centro de Predicción del Clima de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, en College Park, Maryland, dijo que desde que los científicos del clima han estado estudiando el fenómeno un cambio de El Niño a La Niña y de regreso a El Niño en tan poco tiempo —cerca de tres años— ha ocurrido solo una vez, en la década de 1960.
Los pronósticos de El Niño se basan en modelos computacionales del clima mundial. Halpert dijo que esos modelos estaban en oposición a las condiciones que observaban los meteorólogos.
“Si observas el estado actual del océano y la atmósfera, realmente no se parece a lo que normalmente esperamos ver cuando se acerca El Niño”, dijo. “Esto nos ha confundido un poco”.
La fuerza de El Niño está relacionada con la magnitud de los cambios en las temperaturas del agua. Halpert afirmó que era demasiado pronto para decir cómo resultaría este nuevo Niño, si es que ocurre. “Pero la historia nos diría que no veríamos dos eventos fuertes en tres años”, dijo.
Los patrones climáticos —el calor en el noroeste del Pacífico es otro de ellos— tienden a repetirse en diferentes años de El Niño. Sin embargo, no hay garantía de que incluso un Niño fuerte tenga un resultado esperado y específico.
Sin embargo, los patrones generalmente recurrentes, junto con un mejor pronóstico, pueden ayudar a los gobiernos y otras organizaciones a prepararse. Dan Osgood, investigador del Instituto Internacional de Investigación sobre el Clima y la Sociedad en la Universidad de Columbia, dijo que la experiencia reciente de El Niño fuerte —que en África causó sequías en algunas zonas y lluvias excesivas en otras— mostró la efectividad de la planificación.
“Una de las cosas más interesantes que resultaron del ciclo pasado es que la gente está más enfocada en predecir lo que sucederá”, dijo.
Indicó que el nuevo pronóstico debería establecer más planificación en movimiento. “Se trata de organizarse para que no te atrape desprevenido”, aseveró.