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Conoce a Marsha Scarbrough, la mujer que se va de EEUU porque Trump llegó a la presidencia

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Marsha Scarbrough, una estadounidense de 70 años, vio el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos el impulso que necesitaba para lanzarse a “una gran aventura hacia el final de mi vida”.

Ella, como muchos miles de ciudadanos estadounidenses, sostuvieron que preferirían vivir en otro país ante la posibilidad de que Trump fuera el ganador… pero ella sí cumplirá su promesa: ya compró su pasaje a España y dice que no se arrpentirá.

Nacida en 1947 en Los Ángeles, donde ha vivido toda su vida excepto por los últimos 10 años, esta californiana se marcha, con la duda de si el nuevo presidente ganó limpiamente las elecciones, pero ante la poquísima probabilidad de que Trump tenga un juicio político, ella se va.

El próximo 7 de marzo tomará su vuelo hasta Madrid. Dejará así su vida en Estados Unidos, un país que le ha mostrado una cara que no le gusta. El resultado electoral se aleja, según ella, de los valores de “diversidad y convivencia” en los que se fundamenta Estados Unidos. “Somos el ‘melting pot’”, se queja, haciendo referencia a la expresión que indica que este país está formado por la mezcla de personas de todo el mundo.

Para ella, la victoria de Trump refleja el profundo “miedo” que hay en algunas capas de la sociedad, pero en última instancia señala al multimillonario como el culpable, el orquestador de una campaña con la que “fue capaz de enfrentar a la gente, unos contra otros, y aprovecharse de ello”.

Así que se va. No quiere vivir en un país que da la espalda a los valores con los que ella creció y convivió.

Pese a haber nacido en una familia republicana, ella siempre se consideró liberal y vivir en Los Ángeles, California, y Santa Fe, Nuevo México, solo apuntaló sus creencias. Por eso no es raro que, tras estudiar periodismo, acabara trabajando en la meca del cine por décadas. Durante 20 años ejerció como asistente de director, algunos tan reconocidos como Clint Eastwood.

Pero tras “un trabajo muy interesante, pero también muy agotador físicamente”, ha decidido volver a viajar y dedicar tiempo a su faceta literaria. Autora de dos libros ( Medicine Dance y Honey in the river), espera que su tiempo en la Península Ibérica le permita volver a tomar la pluma e incluso trabajar como freelance.

Con esta idea comenzó su búsqueda de información sobre cómo una estadounidense puede vivir en otro país. Descubrió que podía adquirir un visado de retiro (‘residence visa for retirees’, en inglés) por lo que la victoria de Trump la empujó definitivamente a dar el salto.

Atrás quedará el martirio burocrático que le exigía justificar que cuenta con unos ingresos anuales de 25,500 euros (más de 27,000 dólares) y no tiene antecedentes penales. Además, tuvo que demostrar que no iba a ser una carga para el sistema sanitario español y que tenía un lugar donde quedarse en Madrid.

Todo ello supuso un gran trabajo y mucho tiempo, razón por la que Scarbrough considera que muchos que afirmaron que se irían con Trump no lo hicieron. “Fue un proceso burocrático largo y complicado el obtener mi visa. Este proceso conlleva un tiempo. Incluso si eres rico como Cher o Whoopie Goldberg tienes que seguir un proceso legal para vivir en otro país”.

Sin embargo, no cree que ni esto pare a todo el mundo: “Tal vez los que prometieron irse, mantienen su palabra y lo hacen al final”.

La decisión de vivir en España no fue tan difícil. Como buena viajera, se ha dedicado a recorrer por el mundo en busca de nuevas culturas. “En los últimos años ha conocido numerosos destinos. Me encanta México, América Central, América del Sur, pero cuando estuve en España me quedé prendada del ‘joie de vivre’ (alegría de vivir) de los españoles”, afirmó.

Además, Madrid tiene el clima suave que había puesto como condición para mudarse y el ambiente cultural vibrante que necesita y que disfruta.

Cuando ponga el pie en el aeropuerto de Barajas, lo hará con poco equipaje, pero con el trabajo adelantado: ya tiene amigos, algunos de cuando ella se desempeñó como profesora de inglés y algunos de sus alumnos eran españoles.

Por ahora, nadie a su alrededor va a seguir su ejemplo. Pese a que está rodeada de personas a las que también les disgusta el nuevo gobierno, ninguna ha tomado la decisión tan drástica de cerrar la puerta y marcharse del país. Pero ella avisa: “Todo va a depender de cómo se vayan desarrollando los acontecimientos”.

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