Por Jesús Ruiz Gámez
Dicen que el presidente López Obrador no suele hacer caso de ningún tipo de consejería y por lo tanto las opiniones desde su gabinete suele oirlas pero no escucharlas, menos las que llegan desde el exterior del gobierno a través de los medios de comunicación.
Ayer se conoció que los más altos mandos militares recomendaron a López Obrador, el lunes de esta semana, que extienda las fechas de aislamiento y de sana distancia más allá del día 1 de junio, día marcado para el reinicio de clases, aunque el propio Presidente ha dicho que quiere reanudar algunas actividades económicas desde el 17 de mayo.
Para esto, se dijo que los generales José Rafael Ojeda y Luis Crescencio Sandoval, de la Defensa y de la Marina, le habrían comunicado al Mandatario que ellos también cuentan con otros datos que contrastan en gran medida con los del subsecretario Hugo López-Gatell y su equipo de asesores.
Los Militares, según el reporte, señalaron que se trata de los mismos asesores que han hecho los cálculos erróneos sobre la profundidad de la inseguridad en el país, lo cual ha incidido en la toma de decisiones igualmente erradas para el combate a la delincuencia.
Pero además, los generales le habrían dicho a López Obrador que en las instalaciones médicas del Ejército y La Marina ya están viviendo escenarios dramáticos que anticipan tiempos mucho peores si la reapertura de actividades económicas se decide antes de lo adecuado y genera nueva oleada de contagios.
Como ustedes saben, los militares han sido los principales aliados de López Obrador y de hecho éste los ha “asociado” en sus principales proyectos, por lo que cabe la duda o la esperanza de que a ellos sí les preste atención el Mandatario.
Ya para que los Militares se atrevan a opinar sobre la estrategia con que la 4T se juega el sexenio, es que de plano podrían estar viendo algo muy grave.
Veremos entonces si López Obrador nomás los oyó pero no los escuchó.
ZOPILOTEO EN TIEMPOS DE LA 4T
En una de mis columnas anteriores escribí cómo al presidente López Obrador se le estaba volteando lo de señalar a los medios de comunicación como “zopilotes”, porque el verdadero “zopiloteo” se está dando dentro de su propio gobierno con la evidente corrupción en estos tiempos de la pandemia.
El más reciente ejemplo es la compra de ventiladores con un jugoso sobreprecio que se hizo en la delegación del IMSS en Hidalgo a una empresa propiedad de León Manuel Bartlett, hijo del titular de la Comisión Federal de Electricidad Manuel Bartlett.
Al conocerse que en la delegación del IMSS Sonora también habrían encajado el diente en la compra de ventiladores, con ganancias multimillonarias para empresas intermediarias, inevitablemente surge la sospecha de que este manoteo se da a lo largo y ancho del país.
Y vaya que se trata de un verdadero “zopiloteo” en el seno de la “Cuarta transformación”, porque los negocios turbios se están haciendo en las compras de equipos necesarios para atender a los pacientes más graves de COVID-19.
Es decir que personajes, políticos y empresarios, sin duda, ligados al actual gobierno, no solamente están defraudando al erario federal, sino que lo hacen lucrando ilegalmente con las vidas -o las muertes- de muchos mexicanos, pues es lógico que al encarecer los ventiladores son menos los que estarán disponibles en los hospitales.
Estamos, pues, ante la corrupción más hedionda que puede existir, precisamente porque, cual zopilotes, la nueva camada de corruptos se hinchan los bolsillos en medio de la tragedia de miles de familias mexicanas.
AUNQUE HAYA MÁS MUERTOS…
Ayer el presidente norteamericano Donald Trump se aventó la insensatez de promover la reapertura económica de su país a la brevedad posible, aunque ello implique la muerte de muchos más de sus conciudadanos.
Para esto, nuevos estudios de expertos independientes del gobierno estiman que, si se apresura la reapertura de las actividades económicas, se corre el riesgo de que la cantidad de contagios, que ya superó el millón en los Estados Unidos, así como las muertes, que ya rebasan las 70 mil, se dupliquen antes del mes de agosto.
Y es que el riesgo de una nueva oleada de contagios es una advertencia en la que coincide la mayoría de expertos, quienes recomiendan que ante ese elevado riesgo, mejor se continúe con las actuales medidas de aislamiento poblacional.
En tanto, aquí en México, quizás porque vamos atrás en los tiempos de la pandemia respecto a Estados Unidos, ya se aprecia igualmente cierta prisa en el presidente López Obrador por apresurar la reactivación de las empresas, lo cual apoyan muchos empresarios, incluso sus declarados adversarios.
López Obrador ha dicho que él quisiera iniciar la reactivación de manera paulatina pero a partir del 17 de mayo, cuando en realidad hay una total incertidumbre sobre cuál es el grado de avance de la pandemia, pues los datos y pronósticos del subsecretario López Gatell son sumamente cuestionados.
A nivel local, ya se vio que los maquiladores presionan para que el gobierno de Claudia Pavlovich adelante la reapertura de actividades, pero ayer igual se sumó el gremio de los restauranteros que propone reabrir sus negocios a partir del 10 de mayo, aunque sea de manera paulatina.
El vicepresidente de la Canirac, Manuel Lira Valenzuela, dice que gobierno y empresarios deben consensuar una estrategia que permita la reactivación de los sectores económicos, “con protocolos que garanticen la salud de los clientes y de los trabajadores”.
Sin embargo, parecen no estar conscientes estos empresarios que ellos piden reabrir precisamente en los días en que se presentará lo peor de los contagios y las muertes.
Como escribí ayer, estamos ante la lucha del interés económico, que es legítimo entre los particulares, frente al interés superior de la salud y la vida que le compete garantizar al estado.
