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Estado Islámico, una amenaza latente

Los más recientes ataques del Estado Islámico en París podrían no ser los últimos según los expertos

El EI “sigue llevando a cabo paralelamente su anclaje territorial y su expansión internacional”, señala a la AFP Jean-Pierre Filiu, profesor del Instituto de Ciencias Políticas de París y especialista de los movimientos yihadistas.

“La secuencia de atentados, Ankara (102 muertos el 10 de octubre), avión ruso en el Sinaí (224 muertos el 31 de octubre), Beirut (44 muertos el 12 de noviembre), París (129 muertos el 13 de noviembre) no es un signo de debilidad, sino todo lo contrario”, sostiene.

“La fuerza de Daesh (acrónimo árabe del EI) en este tipo de acciones es que tiene la iniciativa”. “Por el momento, mantienen la iniciativa en todos lados (…) Pueden sorprendernos todavía en los próximos días. En su lógica, hay que golpear lo más rápidamente posible en Europa. Lo ideal para ellos sería un ataque coordinado en alguna parte de Europa. Después de haberlo hecho en París, demostrar que pueden volver hacerlo en otro lado. Dada la facilidad con la que atraviesan las fronteras, esto no es imposible”, explica el experto.

Hasta ahora, los bombardeos aéreos contra las instalaciones del EI en las regiones que controla redujeron poco su potencial y no alcanzaron a sus jefes, que pudieron instalarse en zonas seguras. Los bombardeos tendrían que intensificarse para lograr debilitar seriamente al EI, agregan.

La publicación confidencial Intelligence Online (IO), generalmente bien informada, escribía el jueves que “varios servicios de inteligencia árabes transmitieron informaciones a sus homólogos occidentales indicando que seis capitales fueron señaladas como blancos por Daesh: París, Londres, Moscú, El Cairo, Riad y Beirut”.

Para ello, en una reunión del más alto nivel realizada en junio en Mosul, “capital” del EI en Irak, sus emires fueron encargados de organizar esta campaña de terror, precisa IO.

Para la zona Francia/España/Italia, fue designado como responsable el belga Abdelhamid Abaaoud, muerto el miércoles en el asalto de la policía francesa en Saint-Denis (periferia norte de París) y supuesto cerebro de los atentados del 13-N.

En su número 12 publicado el jueves, la revista en línea del EI en inglés, Dabiq, cuya portada, bajo una foto de los bomberos parisinos, clama “Just terror”, felicita a los “ocho caballeros que pusieron a París de rodillas” y afirma que la matanza parisina es sólo el comienzo.

Nuevas amenazas fueron proferidas por dos yihadistas anónimos, en un vídeo rodado en Irak, en la provincia de Dijla, publicado en internet y titulado “París, antes de Roma”.

“¡Oh Francia de la cruz, con el permiso de Alá todopoderoso, vamos a bombardear tus monumentos!”, afirman. “Hemos empezado contigo, terminaremos con la Casa Blanca, que será ennegrecida por nuestro fuego”, amenazan.

Hasta ahora, la intensificación de los bombardeos aéreos, prometida hace ya varias semanas por Estados Unidos, no parece haber empezado. A principios de esta semana Francia y Rusia multiplicaron los bombardeos contra posiciones del Estado Islámico, pero con una eficacia relativa. Varios yihadistas murieron en ellos, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, pero el estado mayor de la organización había tomado las precauciones necesarias para protegerse.

“Evidentemente, ellos habían anticipado los bombardeos”, estima Jean-Pierre Filiu. “La dirección de Daesh no está, por supuesto, bajo las bombas en Raqa. Están al abrigo, en escondites (…) Es sorprendente que los rusos hayan reaccionado tan limitadamente al atentado contra su avión empezando a bombardear seriamente a Daesh. Por ahora, el único país para el que Daesh es el enemigo número uno es Francia”.

Para que haya verdaderas consecuencias y empezar a debilitar a la organización yihadista, se necesitaría emprender lo que el experto australiano David Kilcullen denomina una “campaña aérea seria”, diez o veinte veces más intensa que lo que se hace actualmente.

“Seguimos tratando al EI como una organización terrorista, tratando de eliminar a sus jefes y sus depósitos de armas”, dice Kilcullen a la AFP. “Habría que atacarla como a un Estado enemigo. Es lo que son. Eso significa destruir sus fuentes de energía, sus aprovisionamientos de agua, los campos petrolíferos, las ciudades que controlar”, sostiene.

“No hay otra alternativa”, concluye, recalcando que “lo que ha pasado en París nos demuestra que no puede controlarse de otra manera”.

 

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