Karl Lagerfeld, el diseñador que en los ochenta devolvió a la afamada casa de moda Chanel a sus mejores tiempos, falleció hoy en París y con él se va una leyenda.
La noticia de su muerte fue confirmada por sus equipos de trabajo en las cuentas oficiales del propio diseñador y de la marca Fendi.
Lagerfeld había sido ingresado de urgencia el lunes al hospital donde falleció a los 85 años, dejando el recuerdo de un hombre brillante que creció con la ambición de “ser diferente a todos los demás”.
Hoy, además de su invaluable legado en la moda que encadenó su nombre en marcas como Pierre Balmain, Jean Patou, Chloé, Fendi y H&M, dejó a su cómplice y fiel acompañante: Choupette, la gata más famosa y rica del mundo con más de 49.000 seguidores en Twitter, dos empleadas que la cuidan a diario y un puesto como directora creativa de Chanel, designado por quien fuera su dueño.
Una ascendente carrera
Karl fue hijo de un comerciante de origen sueco y de una madre prusiana. Gustaba de vestirse con trajes tiroleses y nunca tuvo intención de quedarse en la campiña alemana.
En 1952 se trasladó a París con su madre, donde continuó sus estudios hasta que dos años después ganó el concurso del Secretariado Internacional de la Lana con el dibujo de un abrigo escotado en la espalda.
La distinción, que compartió con un incipiente Yves Saint Laurent, le abrió las puertas de la biografía excepcional que perseguía con determinación y comenzó a colaborar en talleres como el de Pierre Balmain o la casa Chloé.
Establecido como un cotizado “freelance” en el mundo de las agujas, con contrato en Fendi desde 1965, en los setenta empezó a recogerse el pelo en una coleta y a introducirse en el negocio del perfume.
Pero el año que marcó su vida fue 1983: Chanel, antaño buque insignia de la moda francesa cuya fundadora, la difunta Coco Chanel, no había sabido anticipar el éxito de los pantalones vaqueros y las minifaldas, llamó a sus puertas para que reflotara la marca.
Lagerfeld aceptó el reto y en menos de una década la resucitó, apoyándose en modelos como Inès de La Fressange, Cindy Crawford, Carla Bruni, Naomi Campbell o Claudia Schiffer. La marca Chanel emitió un comunicado de prensa en el que lo definió como un “creativo que reinventó los códigos de la moda”. Allí, él fue director artístico durante más de tres décadas y se ocupó de la fotografía.
Sin embargo, no todas fueron rosas: su gran amor, el dandi Jacques de Bascher, a quien había conocido en 1971, murió a causa del Sida en 1989.
Diez años después, Lagerfeld volvió a reinventarse: se sometió a un régimen radical que le llevó a perder 42 kilos para entrar en la silueta que impuso un joven Hedi Slimane en Dior Homme, hacia quien el alemán nunca ocultó su admiración.
Karl Lagerfeld fue un icono en el mundo de la moda. El diseñador empezó su andadura en la casa francesa Balmain, continuó en Chloé y desde 1965 diseñaba para Fendi, pero fue Chanerl la que realmente cambió su trayectoria, en 1983.
Doce años después del fallecimiento de Coco Chanel, Karl Lagerfeld fue nombrado director creativo de la firma. Cuando el diseñador llegó a la maison de Chanel “nadie quería vestir ni ponerse los accesorios de la firma. El reto es lo que me atrajo, resucitar algo que estaba muerto”, manifestó. Una ambiciosa tarea. Consiguió convertir la firma Chanel en una de las más rentables del mundo, gracias a su revisión de los clásicos de la marca, introduciendo detalles irreverentes como cadenas o tachuelas.
En sólo tres años consiguió dar vida a la firma. Conectó su particular sensibilidad con los intereses de la mujer de la época. Mantuvo la esencia Chanel con pequeños retoques. Acortó faldas y les dio color pero siempre huyó de los estampados. El diseñador, con gran bagaje cultural, tenía un color fetiche: el negro. Para él era lo más chic, lo más moderno y lo más actual. Sobriedad y estilo. Y siempre fue fiel al estilo Chanel y al color negro.
Chanel, todo un reto
Me atrajo resucitar algo que estaba muerto”
Karl Lagerfeld tenía muchas seguidoras que veneraban sus diseños, tanto en el mundo de la moda como en el del espectáculo y en la alta sociedad. El diseñador tuvo especial predilección por dos mujeres que para él fueron muy especiales y con las que mantuvo una gran amistad: Carolina de Mónaco e Inès de la Fressange.