La flor de Nochebuena, originaria de México endémica de Taxco, Guerrero, es una de las plantas ornamentales más importantes en el país sobre todo en época navideña.
El “cuetlaxóchitl” que en náhuatl significa “flor que se marchita o también “flor de cuero”, se empezó a utilizar como decoración cristiana en eventos eclesiásticos en la época de la colonización y evangelización de la Nueva España por el color rojo de sus hojas.
Joel Roberts Poinsett, embajador norteamericano en el año de 1825 se llevó al país vecino la flor donde la nombraron “poinsettia” en honor a su nombre y descubrimiento en México; por la diversidad de sus colores de “cuetlaxóchitl”.
Cuando visitó Taxco, Poinsett se encontró con una barranca llena de Nochebuenas; la flor lo fascinó a tal grado que realizó expediciones a diferentes sitios de México en los que recolectó varios cargamentos de plantan endémicas, entre ellas la Cuetlaxóchitl, los cuales fueron enviados a Estados Unidos.
En 1937, la familia Ecke, una de las principales productoras de Nochebuenas en campos de Encinitas, California, decidió patentar la flor.
Y al igual que los franciscanos, los Ecke decidieron aprovechar que la Nochebuena alcanza su floración entre noviembre y enero para asociarla y comercializarla como una flor de Navidad.
Desde que Poinsett introdujo la Nochebuena a Estados Unidos se han desarrollado más de 300 especies de la planta, cuyas ventas superan los 100 millones de dólares al año.
Tan solo la familia Ecke ha creado más de 100 variedades, las cuales están patentadas. Esto significa que los productores que quieran sembrar esas variedades de Nochebuena deben pagar derechos a los dueños de la patente.
En diferentes ocasiones los productores mexicanos han insistido en derogar esta patente, pues consideran injusto que al ser una flor originaria de México, se tengan que pagar derechos por su producción. (Con información de Smithsonian)