Las autoridades chinas no permitieron el estreno de la nueva versión de los Ghostbusters, debido a una legislación que impide que se proyecten películas que promuevan fantasmas, seres sobrenaturales o cultos religiosos.
Además aseguran que no es de interés del pueblo chino, pues allá tampoco se vio la original de los años ochenta.
Esto podría complicar que los productores recuperen la inversión de 144 millones de dólares, pues china es el segundo mercado cinematográfico más importante del mundo.