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Último día del Papa Francisco en México

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Reos y migrantes, centro de la última Misa del Pontíficie en nuestro país

El papa Francisco cierra este miércoles 17 de febrero su viaje a México con algunos de sus actos más esperados: una visita en una prisión de Ciudad Juárez- esto a unos cuantos días de que un enfrentamiento en otro penal dejara 49 presos muertos- y una parada en la frontera de Texas, en un momento en el que la inmigración es un tema clave en la campaña presidencial estadounidenses.

Los últimos actos de Francisco cierran una atareada agenda de cinco días que se centró en las injusticias que afrontan los más pobres, oprimidos y vulnerables en México ante la violencia instigada por las drogas. El pontífice intentó ofrecer consuelo al tiempo que reclamaba a los líderes políticos y religiosos que no han cumplido con su pueblo.

Desde primera hora de la mañana, rios de personas con banderines y camisetas que dicen “yo amo al papa” empezaron a llegar a la explanada junto al río Bravo, donde Francisco dirigirá esta tarde una misa transfronteriza.

Muchos tomaron sus previsiones e iban cargados con sombreros, garrafones de agua, almohadas, mantas y comida para pasar el día ante las inclemencias del tiempo en este desierto, por donde cada año pasan centenares de migrantes en busca del sueño americano.

“Yo viví por muchos años con miedo de que me fueran a agarrar pero al final logre mi sueño, aunque siento que ya Estados Unidos sobrepasa las reglas separando a familias de migrantes” , dijo a la AFP Conchita Somosa, una trabajadora social de 60 años que desde hace 16 es ciudadana estadounidense.

Maria Ortega Cruz Bautista, de 62 años, también hizo el viaje desde Chicago para reunirse con su familia en Juárez y poder ver este día “histórico” para su herida ciudad natal, que dejó a los 14 años.

Espera ansiosa las palabras que Francisco pronunciará como “un mensaje positivo, no nada más para la gente de ambos lados (de la frontera) sino para los gobernantes, para que tengan más piedad y más consideración para los migrantes”.

“Que el papa vea el rostro verdadero de Juárez”, se escuchaba en los altavoces del escenario montado para la misa junto al fronterizo río Bravo.

La mayoría de los migrantes que cruzan ese río son centroamericanos que huyen de la violencia y la pobreza de sus países y se juegan la vida al atravesar México, donde son víctimas de extorsiones, secuestros e incluso asesinatos por parte del crimen organizado.

Después de lanzar mensajes duros contra el narcotráfico y la corrupción en su gira por México, está previsto que el papa se enfoque este miércoles en la dramática situación de los migrantes en un mensaje que tendrá eco en ambos lados de la frontera.

Más de 200,000 personas asistirán a la misa del lado de Ciudad Juárez, que será retransmitida por pantalla gigante en un estadio de El Paso con capacidad para 51,000 asistentes.

Las cárceles

El papa insiste en ir a prisiones en casi todos sus viajes al extranjero, algo que forma parte de su antigua costumbre de atender a los presos, en su creencia de que lo más bajo de la sociedad merece dignidad.

Francisco ha criticado el abuso de la detención pendiente de juicio, h descrito las cadenas perpetuas como una pena de muerte encubierta e instado a un abandono global de la pena capital. Como Papa ha mantenido el contacto con presos argentinos a los que atendió como arzobispo de Buenos Aires.

En sus encuentros en penales, Francisco suele pedir a los reos que no pierdan la esperanza y les dice que también él ha pecado y sido perdonado. Critica la sobrepoblación de las prisiones, el lento avance de la justicia y la falta de rehabilitación.

Pero también dice a los presos que no dejen que su sufrimiento lleve a la violencia, tras los hechos en la prisión de Topo Chico, en Monterrey, donde 49 reos murieron en una riña entre bandas rivales que se enfrentaron con martillos, garrotes y cuchillos improvisados. Otros ocho presos resultaron heridos el martes en una pelea en otra prisión.

No hace mucho que Juárez estaba considerada como la capital mundial del asesinato, ya que la guerra entre cárteles del narcotráfico elevó la tasa de homicidio a 230 por cada 100,000 habitantes en 2010. Una epidemia de asesinatos de mujeres, muchas de ellas trabajadoras pobres de fábricas que simplemente desaparecían, atrajo la atención internacional.

Los tiempos han cambiado. El año pasado, la tasa de homicidio de la ciudad fue de unos 20 por cada 100,000 personas, más cerca de la media nacional mexicana de 14 por cada 100,000, y muy por debajo de lo que registran ahora otros puntos de intensa violencia por el narcotráfico, como la ciudad turística de Acapulco, en la costa del Pacífico, y el estado de Guerrero donde se encuentra.

Muchos negocios que cerraron durante los años más oscuros de Juárez han reabierto. Los turistas vuelven a cruzar desde Estados Unidos para comprar y cenar. La gente dice que ya no tiene que marcharse pronto de las fiestas para evitar las calles después del anochecer.

“Al menos ya salimos. Vamos a los parques. Ya andamos un poquito más a esas horas de la noche”, comentó Lorena Díaz, de pie bajo una gran bandera con la imagen de Francisco que colgaba de su balcón en el segundo piso.

Díaz, que al igual que unos 30 familiares consiguió boletos para la misa del miércoles, ha seguido las noticias sobre la gira de Francisco y agradecido sus llamadas a que los mexicanos no toleren la corrupción y la violencia.

“Nos dice que salgamos de las trincheras, que no nos cerremos”, comentó.

Respeto a los migrantes

Cerca del lugar donde tendrá lugar el oficio religioso está el sencillo comedor comunitario “El Pescador”, sitio de paso para muchos migrantes como Isaías Franco, un salvadoreño de 47 anos.

“Nosotros no vamos a hacer daño a nadie, sólo salimos de nuestros países a buscar un futuro mejor. Solo pedimos respeto”, expresa este salvadoreño flaco y sin rasurar, que llegó a vivir siete años en Oklahoma pero fue deportado en 2011.

En los últimos meses se ha registrado una ola de deportaciones en la frontera sur de México que se suman a las que realiza Estados Unidos, que las ha intensificado a raíz de la crisis de menores migrantes no acompañados.

En Estados Unidos, de hecho, voces antimigratorias como las del precandidato presidencial republicano Donald Trump tienen cada vez más altavoces: el magnate lamentó el martes que Francisco sea una personalidad “muy política” que no entiende “el peligro de tener una frontera abierta como la que hoy tenemos con México”.

 

Con información de AFP y AP

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