*¿QUÉ HAREMOS CON NUESTROS POBRES?
*CRECIMIENTO ECONÓMICO DA RESPIRO A SONORA
*¿PENDEJOS PERO NO CORRUPTOS?
Por Jesús Ruiz Gámez
Seguramente entre los que hoy leen esta columna habrá quienes se ilusionaron con que en el gobierno de López Obrador le iba a ir muy bien a los pobres.
Yo por mi parte no me ilusioné pero sí lo deseé y hasta sentí esperanza por el acuerdo de aumentar los salarios mínimos, una medida perversamente aplazada por los gobiernos del PAN y del PRI a través de la impresentable Comisión Nacional de los Salarios Mínimos.
El salario como uno de los medios efectivos de distribución de la riqueza e igualador social, había sido despreciado por los sucesivos gobiernos, pero ese es otro tema que luego abundaré porque me gusta.
La ilusión de que le fuera bien a los pobres por supuesto que es muy legítima y diría que de gente bien nacida, pero no faltaron muchos que a la vez deseaban que a los ricos le fuera mal, un deseo malsano, producto de experiencias personales quizás, pero otras veces por el rencor inyectado a través de ideologías, principalmente la marxista.
Pero estamos ahora con que la realidad es que ya no solamente tenemos la misma cantidad de pobres sino que las masas empobrecidas han crecido alarmantemente.
Ayer me llegó una tabla elaborada por Excélsior con datos oficiales del Coneval y el Inegi, en la que se ve que, en base a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, al final del primer trimestre de este año había en México 45 millones de mexicanos en pobreza.
Pero, para el mes de mayo, antes de concluir el segundo trimestre, la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo determinó que el número de mexicanos en pobreza creció a la terrible cifra de ¡69 millones!
Es decir que casi 25 millones de mexicanos, que de alguna manera estaban en la clase media baja y media, han caído en algunos de los factores que los hacen ser catalogados como pobres.
¿Y saben qué? De ese total de nuevos pobres, porcentualmente nos corresponderían a Sonora ¡medio millón!
Medio millón de nuevos pobres que necesariamente deben sumarse al casi millón de sonorenses que ya estaban en situación de pobreza.
Se trata de decenas de miles de familias que resienten ya los efectos de su economía empobrecida, pero que socialmente hablando representarán también consecuencias graves más allá de lo meramente económico.
La pobreza significa malnutrición y con ella más enfermedades; significa más deserción escolar y trabajo infantil; mayor migración; desintegración familiar; más inseguridad pública y prostitución; y mucha más corrupción.
Claro, además la pobreza anida otros males, como que los pobres se convierten en un mercado político para los gobernantes demagogos y también son un nuevo “producto” aprovechable para el narcotráfico.
También, más pobres significan menos capacidad de gasto y eso le pegará necesariamente a muchas empresas que a la vez deberán tener menos empleados, en un círculo muy pernicioso difícil de romper.
Pensar que el gobierno tendrá capacidad para absorber dentro de sus programas sociales a los millones de nuevos pobres es otra ilusión, de por sí ya no podía con los que había, menos en la nueva situación.
Como dicen, ya éramos muchos y parió la abuela.
¿Qué haremos entonces en Sonora con este número creciente de pobres?
Por supuesto que no tengo la respuesta, pero sé que debemos encontrarla por el bien de todos.
Porque los nuevos y los “viejos” pobres van a sufrir su pobreza y los efectos de su entorno, pero los que afortunadamente quedamos en las clases económicamente favorecidas también resentiremos las consecuencias que arriba enlisté.
Los políticos que nos pedirán su voto el año próximo son los que están más obligados a aportar soluciones. Ya no con el mismo rollo de siempre, sino con ideas nuevas, acordes a la nueva realidad.
¿Qué haremos con nuestros pobres en Sonora?
UN ALIVIO: SONORA REGISTRA CRECIMIENTO
Después de escribir lo anterior me encuentro en mi correo con una nota que se relaciona con ese tema, pues hace pensar que cuando menos no estamos tan amolados como otros estados.
La nota cita que Sonora se ubicó en el lugar número tres dentro de las entidades que registraron crecimiento económico en el primer trimestre del año, al reportar el 1.6 por ciento en su comportamiento anualizado.
Jorge Vidal Ahumada, secretario de Economía en la entidad, informó que de acuerdo con las cifras publicadas por el Inegi, los estados que presentaron mayor crecimiento económico en el primer trimestre fueron Tabasco con 7.7%, Colima con 2.7%, Sonora 1.6% y Veracruz con 1.4% (Lo de Tabasco, la tierra del presidente López Obrador, se explicaría por las inversiones en la refinería de Dos Bocas)
Así que de alguna manera el gobierno de Claudia Pavlovich cuando menos ha mantenido una mejor situación al ubicar al estado dentro de las economías con mayor dinamismo.
El dato es importante porque, como cita la máxima: dinero llama dinero, así que ese dinamismo crea confianza en los inversionistas, quienes también tienen ante sí el antecedente de los 180 proyectos de inversión que se han logrado durante el actual sexenio.
QUE PIERDEN POR PENDEJOS, PERO NO POR CORRRUPTOS
Es cierto, el gobierno de López Obrador no es culpable de la historia de corrupción e ineficiencia que se auspició y solapó durante los gobiernos prisitas y panistas.
Pero sí lo es por los resultados actuales que parecen ser los más desastrosos de la historia.
Ayer, en Twitter postearon los siguientes datos:
“Lo que PEMEX ha perdido en 6 trimestres equivale a:
• 60 años de los desfalcos del nuevo PRI.
• 408 aviones presidenciales.
• 12,400 casas de Angélica Rivera.
• 10.3 millones de años del ahorro del salario del presidente.
• 309 años del presupuesto de INADEM.
• 4.1 millones de tratamientos de quimioterapias.
• 60 años del presupuesto de Tlaxcala.
• 20,666 veces las acusaciones que imputó Lozoya a algunos miembros de la LXII legislatura.
Sorprende la magnitud de estos datos, pero más que un gobierno insista en seguirle metiendo dinero a un negocio que cada día es más malo y que, en un sano juicio, debería incluso cerrarse pues creo que saldría más barato importar el petróleo y sus derivados y subsidiar más las gasolinas cuando el mercado internacional lo requiriera.
Pero ese es un tema para expertos.
Lo que más me sorprendió fue una respuesta a estos datos que un defensor del gobierno de López Obrador escribió así:
“Pero al menos (ahora en Pemex) se perdió por pendejos, no por corruptos”.
Y me queda la pregunta:
¿Es condenable solamente la corrupción en el gobierno, pero no la “pendejez”?